¡Ciao, viajeros! Hoy os cuento nuestra aventura de 3 días en Roma con nuestro pequeño explorador de 7 años (sí, ese que quiere pizza hasta para desayunar).
Enero no es el mes más caluroso, pero ¡qué bien sienta no derretirse mientras haces cola para ver ruinas! Es un lujo los días que vivimos, pues poder disfrutar de esta ciudad sin las superaglomeraciones que la dominan estos últimos años es un gusto. En mi caso era la tercera vez que visitaba esta ciudad, pero para mi equipazo era la primera así que tocaba repetir aquellos lugares que nunca te cansas de ver. Mi primera vez en roma fue sola hace ya unos añitos y la segunda fue con mi entonces super peque sobrino con quien compartimos una escapada de lujo que os cuento AQUÍ.
Billetes, mochila y muchas ganas de descubrir historia, comer pasta y visitar rincones mágicos...allá vamos!
Aterrizamos en Roma y tras dejar las maletas en nuestro humilde y alejado alojamiento, salimos a explorar como auténticos trotamunods.
El centro nos recibió con calles empedradas, luces suaves de invierno, la animada Piazza Navona donde Martí corrió como si fuera un coche de Fórmula 1.
No podía faltar la Piazza del Popolo, con su música y su ambiente nocturno. Me encanta esta plaza, me quedaría todo un día solo viendo a la gente pasar y tocar música.
Pero la noche hay que rematarla como manda la tradición: cruzamos el Tíber y fuimos a cenar al Trastevere, ese barrio lleno de vida, luces cálidas y trattorias que huelen a gloria. Nos habían recomendado el restaurante que os dejo AQUÍ, y es un acierto, asi que no os lo perdais. Otra opción diferente a La Canonica es el Restaraunte Carlo Menta que también es una buena elección.
En nuestro caso reservamos super temprano porque luego ya no hacen reservas y además la cola es bien larga de hasta más de una hora. Fue un gusto cenar tranquilos eligiendo mesa y tener todo el tiempo después para pasear por este precioso barrio.
No queremos acabar la noche sin dirigirnos a la iluminada zona del Foro Romano y el majestuoso Coliseo. Pasear por aquí siempre me ha parecido que es como trasladarse a esa época vista en tantas películas, simplemente me encanta esta zona y creo que debe visitarse tanto de noche con su acertada iluminación; como de día con su bullicio y sus opciones de entrar a cada uno de sus monumentos.
Nuestro segundo día empieza con un desayuno de campeones donde cogemos fuerzas para unirnos a un free tour por el centro. Nuestra guía, Chiara, nos contó mil curiosidades mientras recorríamos los grandes clásicos: la Plaza España con su preciosa escalinata, la Fontana di Trevi y el maravilloso Panteón (po cierto que si no os han informado, parece ser que desde hace unos años, ha dejado de ser un lugar religioso y se ha convertido en un museo, con lo que debes pagar para entrar.. chof)
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No muy lejos del Panteon está el Bar Caffe Tazza d'Oro que es un antiguo lugar donde aún hoy puedes degustar un estupendo café italiano y al mejor precio de toda la ciudad. Y ya que estamos con esto, os dejo aquí las leyes de los bares italianos: un café en la barra y algo de comer, será la mitad de precio o menos que eso mismo servido en mesa, y un tercio menos si lo pides en terraza....lo dejo por aquí porque la diferencia es sustancial y si quieres algo rápido la mejor opción es en barra como una buena romana.
Después de comer (queríamos ir al Restaurante Giulio, Passami l'Olio que nuestra guía nos había recomendado, pero fue imposible así que aquí lo dejamos apuntado para la próxima visita), continuamos visita por nuestra cuenta.
Una caminata nos lleva a atravesar el Puente San Angelo y caminar hasta Ciudad del Vaticano para poder visitar la Basílica de San Pedro.
La tarde la dedicamos a hacer aquello que más gusta : nada en concreto. Pasear y decidir cual va a ser el lugar para tu siguiente helado, era nuestro pasatiempo preferido.
Si te preguntas como reconocer un buen helado italiano tienes algunas pistas. La primera es si puedes ver el lugar donde los hacen, eso es siempre una buena señal. Otra pistilla es el uso de la paleta (donde se ha visto una cuchara para hacer bolas de helado , vamos a ver!!!). La consistencia ha de ser cremosita.
Nosotros fuimos a la Gelateria Della Palma, donde las colas son largas pero sus más de sabores de helado, seguro que hacen que valga la pena la espera. Está muy cerquita del Panteón, así que organiza para que te pille por la zona en el horario adecuado.
Otras opciones que no se deben descartar son la Gelateria Cremilla muy cerca del Vaticano. La Gelateria Giolitti, una de las típicas en el centro de Roma. La Gelateria Fior di Luna en el Trastevere. Por último citar la archi famosa Venchi en Via del Corso con su impresionante fuente de chocolate.
Para esta noche ya habiamos sucumbido a una de las atracciones que más le gustó a Martí y que eran los luminosos paracaidises que decenas de venderores ambulantes ponían a tu alcance.
Después de nuestra última noche en Roma y ya de camino a la estación de Termini donde nos espera el tre que nos llevará a Venecia, no podemos eviar hacer una parada expres a la Basílica de Santa Maria la Mayor.
Ha cambiado mucho desde la última vez que la visité, donde no había ningun tipo de control para poder acceder (como varios sitios de Roma como la Fontana di Trevi o el acceso al Vaticano, ect)
En esta impresionante Basílica hay enterrados diversos Papas y es una de las basílicas papales de la ciudad.
Ya sólo nos queda acomodarnos en nuesro tren low cost y que nos lelve hasta el siguiene destino: Addio Roma, benvenuta Venezia!!!!
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