21 de enero de 2017

Volviendo a Delft

Delft es una de las ciudades más bonitas de Holanda, su pequeño centro histórico concentra bastantes puntos de interés: tres espectaculares iglesias siendo una además donde se entierran los reyes del país, un ayuntamiento que es precioso, una de las plazas más grandes de Europa, canales y casas señoriales, etc.

No es mi primera vez en la ciudad (os dejo otras visitas AQUÍ), de hecho he estado unas cuantas veces visitando a mi familia que vive aquí y que además son grandes guías turísticos. Quizá lo típico ya lo he visto en otras ocasiones, así que esta vez vamos a hacer algunas cosas menos típicas aunque igualmente visitaremos algunos de los placeres ya comentados. 


Sin ninguna duda, unos de los atractivos de Holanda, es su tradición de cultivo de flores. Desde una visita a Keukenhof, el parque floral más grande del mundo y que os dejé alguna información en otra de mis visitas (AQUÍ); a visitar alguna de las tiendas de flores y jardín a poder ser en las afueras; a visitar los campos de tulipanes; o ver algunos de sus viveros.

El gusto por las plantas, por unos jardines arreglados, por el color y por disfrutar de los hogares donde en invierno se pasan muchas horas es común en este país.

Esta vez nosotros nos vamos a visitar unas plantaciones de orquídeas que se encuentran en el propio Delft.

Otro de los lugres a visitar para perder un poco de tiempo, es ir a alguno de los parques de la ciudad o cercanos a la ciudad. Si además es invierno puedes aprovechar para hacer un poco de patinaje sobre hielo...algunos lo intentaron sin patines :-)

Ver patos aprovechando los huecos que siguen quedando sin helarse, es toda una diversión. Esta ciudad es conocida como la pequeña Amsterdam, el motivo es que tiene muchos canales, sobre todo en su zona centro, que le dan un aspecto bucólico y un encanto muy especial.

Ir a ver el casco antiguo, visitar la zona antigua el Oude Langendijk y las casas señoriales que envuelven los canales.



La Nieuwe Kerk o Iglesia Nueva  se encuentra en la magnífica Plaza del Mercado, justo frente al Ayuntamiento. Cuenta con una exposición permanente sobre la historia de la ciudad y sobre su relación con la Casa real. La torre es visitable y desde ella hay unas geniales vistas.

La Oude Kerk o Iglesia Vieja comenzó siendo una iglesia de madera de 1050 que creció hasta convertirse en un edificio de 75 metros de alto con torre gótica. Tiene unas preciosas vidrieras y alberga diversos mausoleos y tumbas de personalidades. Ha sido reconstruida y ampliada en diversas ocasiones y a día de hoy se le conoce como la Torre de Pisa holandesa puesto que nada impide que se vaya hundiendo y su torre permanezca inclinada.

Nos queda ir a comer a alguno de los restaurantes que hay en la Beestenmarkt, una bonita plaza sombreada que se usó en su día como plaza del ganado. Siempre está ambientada sea día o noche y es muy representativa la escultura de una vaca de colores psicodélicos con tacones de jarras de leche en un pedestal con estampado vaquil.

Para rematar la tarde podéis hacer ruta por el Delft Blue, tenéis el museo activo desde 1653 y os haréis una idea de esta tradición nacida en la ciudad.

Ya sólo nos queda disfrutar mucho de la familia, de un jardín que amanece blanquecino debido a las heladas, del calor de la chimenea, de las conversaciones, de los juegos con la animada Tara y de los ronroneos de Blanquita.

Siempre gracias familia!


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