26 de agosto de 2015

Roadtrip de Barcelona a Croacia: Día 11 Sibenik-Trogir-Split

Tenemos todo listo para empezar a ver la ciudad, estamos un tanto deseosas de salir de este camping que no nos acaba de aportar mucho, y empezar a ver las ciudades que tenemos reservadas para hoy.


Nos dirigimos hacia el centro de la ciudad de Sibenik. Tal y como os dijimos ni la entrada, ni la zona donde está situado el camping, hacen justicia a lo bonito que tiene la ciudad.
Cerca de la estación de bus hay varios parkings donde poder dejar la furgoneta bien aparcada. Una vez hecho esto, nos vamos para lo que sería el casco antiguo o centro medieval, con su laberinto de empinadas calles de piedra blanca.




Primero recorremos el paseo marítimo, en alguna fachada frontal se pueden algunas secuelas de la guerra, que no hace demasiados años, afectó a esta bella zona.
Vamos callejeando si rumbo, disfrutando de la ciudad, de sus atractivas fachadas, sus tiendas con encanto, las adoquinadas callejuelas no aptas para zapato poco cómodo.



Visitamos la Catedral de San Jaime (15 kunas), joya de la arquitectura de la costa dálmata y declarada Patrimonio Mundial por la Unesco. Construida con piedra blanca de las canteras de islas cercanas, no posee ningún soporte de ladrillo ni madera lo que la hace una pieza curiosa.


Para entrar debes ir vestida tapando los hombros, en caso contrario te facilitan un pañuelo para poder hacerlo. Cuando entramos descubrimos que la zona de la cúpula está en obras, aunque eso no resta belleza al interior.



Tomamos fuerza con uno de los deliciosos helados croatas, seguro que si vais en verano los probareis en más de una ocasión. Noemí se puso como propósito comer uno cada día de nuestras vacaciones, y casi lo conseguimos!!!


Con esto, ya podemos seguir hasta el siguiente punto: La Fortaleza de San Miguel (35 kunas).


La fortaleza en sí es utilizada para hacer algunas exposiciones y conciertos, de hecho si hubiésemos ido la noche anterior nos hubiéramos encontrado con uno de ellos.


Lo mejor de la fortaleza y por lo que vale la pena el ascenso hasta ella, son las vistas que ofrece de Sibenik.....juzgad por vosotros mismos.


Toca volver a la furgoneta puesto que hemos decidido comer en nuestro siguiente destino: Trogir. Para ir hasta allí tenemos tres opciones que serian la autopista, la carretera que recorre la costa o una carretera intermedia que es la opción que escogemos para ahorrar algo de tiempo.

Una vez llegas a la ciudad, puedes aparcar en la zona cercana a la estación de bus, hay varias furgos y también algunos restaurantes, por lo que nos pareció una buena opción. El precio de este parking va en función del tipo de vehículo, siendo el de furgoneta algo más caro que el turismo normal.


A posteriori se cruza el puente que te lleva al casco antiguo de la ciudad. Esta rodeada de murallas medievales y tiene varias puertas de acceso a ella, nosotras entramos por la que queda justo en el lado derecho del puente.


Todo el casco antiguo fue declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1997, sus calles, sus edificios románicos y renacentistas de época veneciana, son los culpables de dicho privilegio.


Siguiendo la recomendación de Lonely Planet, nos vamos a comer al Restaurante Capo. La verdad es que es bastante normalito, no disponen de platos típicos de la zona y lo que seguramente les da la fama es que ocupan un espacio agradable y su personal es muy atento. Puesto que hay mucha variedad de restaurantes, os recomendaría mirar algo más.

Por los espacios más abiertos veréis múltiples pintores vendiendo sus cuadros de la ciudad, además tiendas curiosas y todo preparado para los turistas. 


No podéis perderos la Catedral de San Lorenzo, y a ser posible subir a la torre (47 metros) para ver las fabulosas vistas.




La catedral esta considerada una de las construcciones más bellas de Croacia, y una de las maravillas de la influencia veneciana en esta zona. Nuevamente recordad el tema de la vestimenta, evitar llevar tops o pantalones muy cortos.


Salimos por la puerta norte y paseamos por toda la ribera marítima, observando sus aguas y los fabulosos barcos que allí amarran.
Puesto que no disponemos de uno, decidimos ir hacia nuestra "bicha" y seguir camino hacia nuestra próxima parada y uno de los platos fuertes de nuestro viaje.


Llegamos a Split a últimas horas de la tarde. Nos instalamos en el más que genial Camping Split, y aunque al principio pensamos que nos íbamos a encontrar con otro masificado espacio, resultó ser uno de los mejores campings que estuvimos. Cuidado, parcelas enormes, instalaciones estupendas, tranquilidad...y como curiosidad decir que las duchas funcionaban con cargas de pulsera (tanto las duchas de la playa, como las de los baños). Te entregan con el precio del camping dos duchas diarias por persona, pero si lo deseas puedes comprar más.


La parcela que nos tocó fue un regalo, delante del agua, en una zona que parece que mucha gente no quería por tener pocos espacios de sombra, pero para nosotras eso no era un problema. De hecho cuando pedimos al recepcionista si tenía parcelas delante del agua, que no fuese muy lejos de las duchas, etc.... eso nos provocó un ataque de risa tonta a las dos, que acabó contagiando a los que allí nos atendían...parecíamos desesperadas en busca de agua.
No tardamos ni dos minutos en instalarnos, darnos un baño en nuestra playa y abrir alguna cerveza para poder disfrutar del momento. En ese momento tomamos la decisión nuevamente de cortar islas, mirar cual sería nuestra opción irrenunciable que parecía que la teníamos bastante clara las dos.

El camping está a unos 3 km del centro y un bus que se toma al lado del camping nos deja justo a la entrada de las murallas.....y ahí viene la gran sorpresa del viaje. Split es simplemente hermosa, animada, sorprendente, te enamora por todos lados y eso es lo que hizo con nosotras.


La oferta gastronómica es inmensa. Descubrimos el restaurante Gabolevante donde cenamos disfrutando cada uno de los platos.


Tras callejear un rato mirando las fachadas iluminadas, toda la blanca piedra que brilla en la noche, las terrazas llenas de gente; nos sentamos en el Peristilo y disfrutamos del ambiente, del concierto y de una fría cerveza.


El espacio es uno de esos sitios que te pone la piel de gallina, que te atrapa y que hace que quieras estar ahí por mucho tiempo más. No deseas ni que te hablen, casi ni hablar porque quieres llenarte de lo que sientes, de lo que ves, de lo que hay y que quieres que quede dentro de tu memoria para mucho tiempo.


Pero como pasa en estos casos, acabas haciendo amigos. Nosotras conocimos al colgadete del lugar. Un buen tipo, pero colgadete. Por suerte lo conocemos justo cuando acaba la música en directo que hemos tenido. Nos pregunta si nos apetece más música y nos lleva a un céntrico bar rockero, el Ghetto Club, con un patio en la entrada y un ambiente nocturno agradable.


Después de invitarnos a una cerveza, le pedimos para devolverle la atención. Nos ofrece un paseo hasta la zona del puerto, muy concurrido y por lo tanto accedemos. El tipo es conocido por toda la ciudad, por lo visto se dedica a alquilar apartamentos turísticos y luego hacer algunas visitas a los despistados que se apuntan, como era nuestro caso.


Nos lleva a una tienda que presume de tener más de 100 variedades de cerveza, la verdad que super barata y con botella en mano, a nuestra edad y en Split, nos encontramos con media ciudad haciendo botellón en el puerto....así que seguimos aquel sabio refrán de "allá donde fueres, haz lo que vieres"


Todo queda limpio, puesto que hay gente recogiendo los envases, que según nos explican, llevan al ayuntamiento y les pagan por pieza...una buena idea, digna de exportar.

Después de integrarnos en la noche de Split, y ya cansadas de todo el agotador día, decidimos irnos en taxi hasta nuestro camping, y así lo hacemos dejando que continúen con la noche nuestros improvisados guías.

Kilómetros totales: 91
Precio Camping Split: 40,05€

INDICE DIARIO DEL ROADTRIP AQUI

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